El océano me ha enseñado a amar, bailar y cantar hasta el amanecer, a sentirme parte del glorioso universo, a vivir en paz y fijar mis prioridades en lo que realmente importa. También me ha enseñado a disfrutar sin culpas del placer.
El mar me ha ayudado a ser quien soy. Gracias a él he conocido facetas de mí que de otra manera no hubiese visto jamás.
Junto al mar he descubierto que a veces soy buena y otras no tanto, depende de la mareas. Soy más libre, más espontánea, más consciente del ahora y de mí misma.
Sé que algún día volveré a ser polvo de estrellas. Pero también sé que mi espíritu navegará libre sobre las aguas y correrá al ritmo de las olas que revientan aquí y allá.
El mar entonces susurrará mi nombre y mis relatos para siempre.